A veces creemos que estamos enamorados.
Ansiamos con toda el alma que el amor sea ése:
el sentimiento que empezaba a carcomer el corazón
y nos hacía sentir como si ese momento lo fuese todo.
A veces solemos creer que la hemos hallado,
nos ilusionamos con una sonrisa, con un abrazo fugaz.
A veces disponemos nuestra vida entera
para alguien que jamás tuvo intención de compartir la suya.
Y es que somos ciegos, enamorados, entregados;
no queremos creer que el amor no ha estado aquí,
lo forzamos y exigimos, pretendiendo que sea devuelto
por la sola intención de nosotros querer darlo.
Y es que el amor a veces no es, y es así.
El amor no nos llega porque lo busquemos o exijamos;
el amor llega (o debe de llegar) porque sí y nada más.
El amor es un soplo del viento que tiene una ruta ya trazada.
25/11/11
04/07/14
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