domingo, 12 de marzo de 2017

7.017.- A veces te recuerdo, sueño mío.

A veces recuerdo nuestros momentos como un sueño.
Me parece increíble que hayamos podido ser tan felices.
Recuerdo cada sonrisa, cada amor llenándolo todo,
cada sensación divina y real... lo mejor de mi vida.

Era maravilloso estar juntos y solos en un abrazo,
dormir a tu costado, saber que existía el milagro,
imaginar todas nuestras vidas, uno al abrazo del otro.
Todo era un sueño. Todo era perfecto. Todo era irreal.

A veces recuerdo cuando éramos felices juntos
y soñábamos con envejecer entre nuestras palabras,
despertar cada día desde nuestras miradas
y dormir cada noche entre nuestros brazos.

Y es que era hermoso poder ver tus ojos,
esos ojos que siempre creeré que son los más hermosos.
Me gustaba perderme en tu mirada y saber que eras tú
la mujer de mi vida. Extraño todo de ti a cada momento.

Y, como en todo sueño, siempre hay un despertar
y desperté y me quedé sin tus ojos, sin tu voz ni tu sonrisa,
y me quedé sin la vida que soplabas en mi alma,
pero aún tengo fe de recuperar ese sueño mientras cierro los ojos.

12/03/17
27/08/17

7.016.- Si es vacía, no es poesía.

Engañarse a uno mismo es cegar la inspiración.
Inventar las sensaciones que inundan tu poesía
es desaparecer y romper el honor a la verdad.
Entretenerse en artificios es manchar el alma.

No digamos que hay un discurso preparado
si las frases que dices son inesperadas incluso para ti.
No sigamos con la cruel apariencia de que nada es nuevo,
de que todo ya ha sido escrito y nada más puede ser.

No es certero hablar tanto y decir tan poco.
Las palabras de significados inconexos te harán disolverte;
y, estropeando cada pasaje hacia la verdad propia,
las espinas de la rosa te harán mucho daño.

Y sin motivos ni sentidos es como no se escribe
de a de veras, ni de la mínimamente manera siquiera.
Y es la poesía la que nace de un sentimiento
o de una magna sensación o pensamiento o idea, jamás de otra cosa.

12/03/17
27/08/17

viernes, 10 de marzo de 2017

7.015.- No podía decirle que no existo.

No podía decirle que conmigo ya habían acabado,
que era un corazón vacío renegado y renuente al amor.
No podía decirle que, por más que quisiera,
ya había perdido la magia del alma, la ilusión.

No podía develarle mi secreto, el de que no puedo amar
y no puedo ser ya el que ansiaba entregarlo todo,
el que añoraba una vida plena, llena de alegría,
gozoso de un alma a mi costado y de su sonrisa.

No podía decirle que tengo el corazón marchito
y que todo lo que vivo es una vivencia a medias,
que solo intento y nada más, pero no realmente,
que solo subsisto, nada más, pero no vivo.

No podía decirle nada de esto, pero se merecía saberlo todo.
No quería hacerle daño, al menos eso tenía dentro:
el querer que esté bien, aunque con solo la mitad de mi ser.
No podía hacerle saber que no era yo quien la acompañaba.

10/03/17
29/07/17