jueves, 19 de febrero de 2004

1.098.- Para ti.

Yo nací un día
en el cual los árboles estaban caídos,
de pronto mis lágrimas
llenaron el mundo de primavera
y, de pronto, en mi mente,
tus cabellos, tus ojos,
tus labios y sonrisas
se grabaron para siempre.

El recuerdo que está grabado
se hizo realidad;
no sé cuándo, no sé cómo,
pero existes.

A veces pienso que si tú no existieses,
yo de pensar tanto en ti,
te convertiría en materia
hecha con tierra maravillosa
que viene desde el mismo lugar
donde nacen los ángeles y donde vive Dios.

A veces sufro cuando soy pesimista,
creyendo que tú no llegarás a amarme
y, entonces, creo que toda mi vida,
todo ese sueño que tuve,
todo ese sueño por el que vivo
se extinguirá y moriré...

Pero, entonces, me digo: ¿por qué soñé tanto?
¿no será acaso porque se hará realidad
o porque algún día cuando muera
yo perteneceré a ese sueño?

Pero, pase lo que pase,
el sentimiento que tengo hacia ti,
aquel que nació cuando te soñé,
jamás se destruirá.

Desde el centro más vivo del relámpago,
desde la unión exacta entre los cuerpos,
desde donde nace la vida
nace este sentimiento hacia ti.


Para: Staicy,
que te he visto y no te he conocido, pero te he
guardado en donde se guardan los buenos
recuerdos.

18/02/04

sábado, 14 de febrero de 2004

1.097.- Quien ama y quien no.

Quien ama mucho y profundamente,
tiende a sufrir demasiado
y se niega a creer que podrá ser lastimado.

Quien es amada devotamente,
y no tiene sangre en el corazón,
tiende a matar de amor
a quien la ama.

Quien no conoce de cerca el sufrimiento,
no sabe del valor (que es el dolor)
del sufrimiento que da.

Quien te ha amado
no es un ser que de la vida ha llorado,
sino, un ser con un corazón
más grande que el sol.

Y algún día, si tú
pasases por lo mismo,
comprenderás, entonces,
el pensamiento de quien te amó.

Y, tal vez, querrás
encontrarlo y hacer que te ame
como antes y corresponderle
y jamás perderlo.

13/02/04

viernes, 13 de febrero de 2004

1.096.- La flor en tu pecho.

En las noches,
las flores se abren;
en las noches,
quisiera que tú te abrieras.

Los girasoles giran
hacia donde está el sol;
yo quisiera que tú
giraras hacia donde yo estoy.

Las margaritas
parecen flores alegres;
tu sonrisa parece
alegre y seductora.

Los claveles
parecen flores elegantes;
tú eres elegante,
hermosa y sensual.

Tus pechos,
cuando los tocan,
se abren como
se abren las rosas.

Esa orquídea en tu pecho:
¿cómo es que no ha muerto,
si tu pecho es
un volcán en erupción?

13/02/04