sábado, 25 de febrero de 2006

2.048.- Olvida tu melancolía.

Una vez, sobre tus ojos,
sentí las marcas de un viejo amor.
En aquella mirada melancólica
pude ver cuánto amor hubo en ti.

Quizás, con el pasar de la vida,
borres totalmente tristes recuerdos
de un ya fenecido amor en él,
pero que se resiste a morir en ti.

Porque las huellas son polvo
que con el tiempo desaparecen,
pero aquellas que no se borran jamás
son marcas que calaron muy hondo.

Yo sé que tal vez no pueda
hacer que lo saques de tu corazón,
pero lucharé de tal manera
que merezca verte feliz.

25/02/06

sábado, 4 de febrero de 2006

2.047.- Oso.

Sumergido y abrumado en pesares cotidianos,
ensayando un discurso que no podré orar,
pensando en un quizá, tal vez en un jamás,
y creyendo aún en el verdor de tu alma.

Yo vivo pensando en los días más lejanos,
muero cada vez que te veo llorar.
Y la cara del oso entristecido nunca la verás.
Acongojado y pequeño, tan inerte y con calma.

Han tardado mucho en ser tantos humanos
y ha demorado aún más en existir tu suspirar.
No redacté un discurso. No lo escucharás.
El jamás feneció y el quizá ya no alarma.

Oso melancólico de tiempos sin extraños,
intimidado por costumbres, desecho en su andar,
pagando cuentas, sintiéndose incapaz,
imaginando que por su fortaleza serás salva.

Desatando tus entrañas, nadando en tus pantanos,
expresando otro discurso sabiendo de tu amor,
alienando al oso, ayudándolo a no ser más
otro caminante sin huella, otro corazón sin alma.

04/02/06