sábado, 4 de febrero de 2006

2.047.- Oso.

Sumergido y abrumado en pesares cotidianos,
ensayando un discurso que no podré orar,
pensando en un quizá, tal vez en un jamás,
y creyendo aún en el verdor de tu alma.

Yo vivo pensando en los días más lejanos,
muero cada vez que te veo llorar.
Y la cara del oso entristecido nunca la verás.
Acongojado y pequeño, tan inerte y con calma.

Han tardado mucho en ser tantos humanos
y ha demorado aún más en existir tu suspirar.
No redacté un discurso. No lo escucharás.
El jamás feneció y el quizá ya no alarma.

Oso melancólico de tiempos sin extraños,
intimidado por costumbres, desecho en su andar,
pagando cuentas, sintiéndose incapaz,
imaginando que por su fortaleza serás salva.

Desatando tus entrañas, nadando en tus pantanos,
expresando otro discurso sabiendo de tu amor,
alienando al oso, ayudándolo a no ser más
otro caminante sin huella, otro corazón sin alma.

04/02/06

No hay comentarios:

Publicar un comentario