Aprendo a trascender
ahora que sigo vivo
y he fallado
en el oficio de profeta.
A estas alturas,
todavía pienso que la vida
se me entrega suave
y con solo un poco de dolor.
A estos años
aún quiero conservar
la sonrisa sincera,
aunque ya no sea inocente.
Y, si algo he cambiado,
es de tanto que ha muerto
y ha resucitado,
entre el trajín de la vida,
mi añorado ser.
20/05/24