lunes, 12 de agosto de 2002

1.034.- Poema quinto.

Volví al lugar que ya se me hizo cotidiano.
La encontré a ella, los encontré a ellos.
Volví a sentarme cerca a donde ella ahora está estudiando
y me siguen pareciendo sus gestos risueños.

Con respecto a ellos -a los demás-,
no han cambiado demasiado (casi nada),
y solo les he percibido algo más,
que sienten que es ésta su última zancada.

Las cosas comunes muchas veces desalientan,
pero al acostumbrarte a ellas,
cuando no las tienes, no dejes que te aflijan,
ya que la nostalgia te borrará, del camino, las estrellas.

Siempre debemos creer que la vida es un camino,
que cada cosa que hacemos es una vía
y que siempre al andar debemos tener tino
y no permanecer errados como el ser que se extravía.

Pero siempre, siempre, así solo quede un segundo
y no podamos ver un segundo más allá de nuestro tiempo,
podemos aperturarnos y seguir nuestro destino fecundo,
ya que el destino lo hacemos nosotros, pero, dentro,
sabemos cuál es desde que hemos nacido, desde un sin tiempo
y lo llevamos marcado bien adentro.

12/08/02
10/09/11

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