domingo, 11 de agosto de 2002

1.033.- Poema cuarto.

Hoy me di cuenta
de que mis amigos sí me tienen en cuenta,
y que también me consideran superior a ellos mismos
por más que haya mostrado altruismo
y haya querido ser humilde
(al parecer saben que el más sabio es el más sencillo).
Pero ellos -y que esto tilde-
no quisieron mostrarlo (son como un niño pillo),
pero me di cuenta por los otros amigos que tienen,
y que, cuando en la calle nos cruzamos,
ellos me presentaron a sus amigos,
y yo, al saludarlos y ellos saludarme a mí,
percibí que prestaban mucha atención en mí
y sentía que anhelaban ser mis amigos,
aunque ni siquiera entre nosotros conversamos;
y deseé saber lo que ellos en ese momento ven o sienten,
pero es fácil imaginar lo que pasa,
aunque siempre rondan las mil y una posibilidades,
y yo solo atinaría a asumir falsedades,
pero el presentir, para calmarme, me basta.
Mis amigos, y las personas en general,
actúan muy extrañamente, les cuesta aceptar cosas,
como si en ello se les fuera la vida o cayeran en mal
y el porvenir les fuese arrebatado sin más.
Mas deberían todos hacer una acuerdo tácito,
en el cual se liberen las bondades de todos
y el orgullo desapareciese y se regale beneplácito
hacia todo lo que sentimos que es digno de ser contado.
Mis amigos quizás lo saben dentro de ellos
y se han percatado algunos, mas no todos,
pero el presentimiento humano
que nos libra de ser robo-humanos
nos hace ver las verdades más ocultas
y complicadas de estas situaciones sin respuesta
y sí con muchas consultas,
consultas de quien un poco de atención les presta.

11/08/02
10/09/11

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