Indagando entre verbos que detallan lo impreciso,
me acuesto entre bosquejos de una sonrisa omnipresente.
El antídoto de lo agrietado, de lo lúgubre y pasmado
se hace único y sagrado, lo más bendito de lo funesto.
A cada hora se aprecia un rito nuevo y modismos
que afectan lo pausado y oculto, lo tácito y silente,
lo que se asemeja a una porción de misterio
que cada vez es más escaso, menos presente y más vano.
¿Es éste el momento en el que cada segundo cuenta,
pero se hace cuenta recién de cuando pasa un año?
¿Es éste mi lado anverso o lo anverso del mundo
que recae sobre mi frente y me hace testigo de la vida?
Lo que entretanto está por ahí añejado y vetusto,
sacrílego y sabio, pero caótico y exento, adulado y nefasto,
parte del todo y dueño de la nada, bendito y maldito,
paquidermo exaltado sobre el rodeo simulado y taimado.
Cada quien en su laberinto averiguará finalmente
qué esconde su escondrijo interno y frecuente,
ése que anda tan globalizado y alternado;
atajos que alienan el alma original del que era libre.
10/03/16
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