viernes, 14 de diciembre de 2007

2.089.- Sobre la injusticia de la muerte.

Y hoy que estoy tan muerto, tan insensible,
que no he podido concebir el por qué no puedo ser
o simplemente creer que soy un ser especial, un ser adorable;
y solo y confundido lo he pensado y no lo he entendido.

Hoy que puedo gritar, robarme los corazones de alguien,
quien sea, quien quiera, quien tenga uno siquiera,
quien pueda comprenderme o, tan solo, quien pueda desvanecerse
fácilmente y con solo mi mirada de rayos alfa.

Músicas atroces. Cegadas confusiones. Mártires estúpidos.
Joyas del tiempo que no son más que imitaciones.
Y mi soledad tan muerta e insensible como la de aquellos,
aquellos que nunca supieron si realmente eran quienes merecían ser.

Y los otros: falsedades de mundos cegados, atarantados,
ídolos de cultos de gente inculta, gente mediocre,
patéticas muestras de la vil y triste realidad de mi especie
y con los malos buenos olvidados, grises, decepcionados.

14/12/07

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