«¿Quién anda ahí?» –Pregunta el intruso.
Y, con ánimos de no querer hablar mucho, le respondo: «yo».
Entonces me responde: «Intruso, desgraciado,
huye mientras puedas que no existo, pero estoy aquí».
Es entonces que el no-teísta nato éste (mi corazón)
sucumbe ante la ira de mis olvidos y de mis adioses recibidos
y se conmueve y no sabe pensar otra cosa.
Te entiendo, corazón: es lo inseguro de vivir.
Pero alguien invoca un mundo nuevo,
alguien aquí ansía lo que no es natural
y no convive, se niega a convivir, no existe,
se niega a existir, no suele estar ni participa jamás.
Es tan vacío el no saber qué más pensar
y no queda un minuto sin distracción,
sin respiro y sin contemplación de una vida
que se subyace tácitamente hasta un jamás, hasta un adiós.
02/12/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario