domingo, 8 de octubre de 2017

7.025.- Reflexiones sobre memorias.

A veces, sucede que es mejor mantener ciertas cosas
en la memoria que hallarlas y volver a vivir el desenlace
incomprensible que no supo bien. Y, de repente,
me parece escuchar tu voz a mis espaldas, y me sorprendo
al darme cuenta de que rogaba porque fueras tú, pero no lo eras.

Si toda la vida durase lo que dura un día, lo que disfruté
de tu compañía fue apenas poco más de dos segundos... ¡tanta ausencia!
Y, contrariamente a toda lógica, tu silencio genera insomnio.
Y del último adjetivo nació un verbo eterno,
un verbo que tiene tu aroma, aroma que me cuesta olvidar.

No quiero ser pesimista, pero creo que sin ti no vale la pena vivir;
ni arrogante, pero creo que a tu lado soy el mejor del mundo;
ni grosero, pero creo que es obsceno el amor apasionado que te tengo.
Tampoco quiero ser profeta, pero creo que la tierra prometida
está en el camino hacia ti, en donde sea que te encuentres.

Quisiera decirte «te quiero» y solo atino a decirte «lo siento».
Saber que existes y que, por algún motivo, lo nuestro no puede ser,
me lleva a cuestionarme si vivo de la manera correcta o de la equivocada,
me lleva a cuestionarme si estoy viviendo realmente
o si desde tu partida permanezco en una pesadilla sempiterna.

Desde el minuto excelso en el que te pensé, te amé.
Desde la tragedia vivida de tu partida, te perdoné.
Desde ese soñado momento de tu sonrisa, empecé a soñar.
Desde la casualidad del conocerte, es que sin ti
no conozco vida más allá de este destino contigo en pensamientos.

Espero que estos dedos entre tus dedos se entrelacen un día
encontrando, así, una perfecta sinfonía de dos corazones que laten a la par.
Y, de un tal vez hasta otra vez, el rito dormido del soñar contigo despertará.
Puede cualquiera ser poeta y plasmar las cosas bonitas que todos sentimos
pero solo pocas personas pueden ser poesía como tú, mi recuerdo inolvidable.

17/09/12
08/10/17

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