viernes, 6 de octubre de 2017

7.023.- Solo tú existes y lo que puedes sentir.

Desde un dios que no cree en los hombres
hasta una minúscula hormiga que sí cree en las otras;
desde lo ridículo hasta lo glorioso,
desde la boba contradicción de vivir: soy un humano.

El puente que nunca cae. El día que siempre llega.
La sonrisa ávida por ser vista. El afán de compartir alegría.
Los perfectos momentos que inundan la esperanza
y convierten la vida en una utopía real.

Es tan bello sentir esos momentos, saber que existen
y que no eran solo fantasía de un huésped que espera.
Bueno, como todo absoluto, hay excepciones
y lo único que realmente incomoda es el peso de la propia alma.

Y es que nada más existe que lo que percibimos.
Nada más puede ser cierto si ni remotamente ha afectado tu existencia.
La alegría nace de tu realidad, de tu manera de ver la vida,
de tu corazón, y se afecta con tus penas y culpas autoimpuestas.

Para llegar a la genialidad hay que estar dispuestos a exponerse a la locura.
En vez de quejarte, postergarte y ser víctima,
es mejor ser responsable y tomar acción por aquello
que te atañe directamente y anda tácito, pero presente.

Se puede andar el camino que, en general, es el más constructivo;
se puede hacer lo que, en teoría, es imposible;
se puede ir a dónde, ciegamente, se cree que no existe,
pero ninguna revolución puede darse si no se eleva

y se solidifica aquello que nuestro corazón hace.
Finalmente, si toda la vida suponemos,
no le vamos a dejar nada a la realidad;
si solo creemos, no importará que nada sea probado jamás.

12/09/12
06/10/17

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