domingo, 3 de marzo de 2013

5.036.- La vana satisfacción es el motivo.

Si sé que todo sueño es como cualquier otra cosa,
si sé que el destino es como cualquier casualidad,
si sé que el logro y el éxito tienen un sabor fugaz y ajeno,
entonces, ¿por qué no aceptar que solo soy un testarudo?

Si siento repetidamente que no encajo en ninguna idea,
si siento que no quepo en ningún abrazo,
si siento que me ahoga lo absurdo, lo vano, lo sin magia,
entonces, ¿por qué es que aún existen mis principios?

Si sé que todo lo presente un día será pasado
y todo lo existente un día estará ausente,
si siento que en el último de los días la soledad será la reina,
¿por qué no construyo para ese día?, ¿por qué aún juego?

El paliativo para estas cuestiones eternas
se encuentra en la propia satisfacción que nace dentro.
No tiene sentido aparente, pero tiene un sentido que se siente.
Lo que importa es la decisión y, en ella, el saberse vivo, presente.

03/03/13

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