De repente, miro a mi maestro
y me doy cuenta de que es un padre más,
resuelvo que es una persona más,
que me enseña nuevas cosas y que me vuelve diestro.
De repente, veo a mi maestro
y me doy cuenta de que es una gran persona,
que nunca me abandona
y que es en su materia un astro.
Pero aquí comienza la parte oscura
dedicada a esos malos educadores.
No sé si por ineficaces o pecadores,
pero lo que hacen es una locura.
Olvidémonos de ellos,
algún día cambiarán.
En tanto, yo les digo a ellos
que la voluntad es la más poderosa fuerza
que la naturaleza nos pudo dar.
A ustedes les digo:
cambien, desarrollen su ética.
Y a ustedes, que sí son buenos profesores,
les digo: ¡sigan así!
Por todo, muchas gracias profesores.
20/06/02
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