martes, 18 de junio de 2002

1.024.- Mortuorio.

Estoy muerto.
Quiero vivir
y me arrepiento;
no sé si quiera
estar donde están ustedes,
allí en ese lugar.

Prefiero no vivir
que estar vivo;
prefiero martirizarme
pasivamente y casi sin que se note
o, al menos, martirizarme yo mismo,
a que me martiricen los demás
o lo hagan bruscamente.

Estoy con el corazón abierto
en esta transición, en este vacío
que me hace quedar sin palabras,
sin letras que imprimir,
sin ninguna gota de ideas
en mi cabeza, sin sentimientos;
pero, sí tan lleno de vacío.

Quiero tener un poco de espíritu,
pero, por más que busque a mi
alrededor, no encuentro ningún
espíritu.

Todos están muertos.
Todos no tienen vida.
Están ahogados en las penumbras,
en las feas aguas del vacío,
en estas aguas en las que yo
también me ahogo.

Todo el mundo
me parece muerto
en esta fría noche de invierno,
ulterior a un triste y frío día
de invierno.

Este paisaje es tan negro,
tan triste, tan vacío,
tan muerto y tan feo.

No puedo hacer nada
porque ni voluntad tengo.
He muerto, he muerto con todos.
He ido al vacío,
a un vacío muy hondo,
muy ancho, muy largo y
muy alto.

No entiendo nada, en verdad.
No siento ni las palabras
y lo único que sí puedo
sentir es el olvido, la lejanía,
el desamor, la tristeza,
la decepción, el fracaso,
la fealdad, el desamparo,
el martirio y el sufrimiento.

Estoy muerto
y todos ustedes también.

18/06/02

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