sábado, 3 de septiembre de 2011

4.033.- Pienso en ti.

Eres todo lo que llevo en el corazón.
Estás en mi amanecer helado,
en mi atardecer friolento.
Te llevo en cada una de mis añoranzas,
de mis recordares y necesidades de sentir
calor tibio, calor humano,
calor de cálido corazón que amo,
venero y llevo dentro con cierta esperanza
de volverte a ver, con cierta esperanza
de, esta vez, permanecer y ser perpetuo,
conquistarte y ser mágico,
vivir la magia que recorre este mundo
y llena el alma de cada ser vivo
con esperanza, fe y amor.

Estás aquí ahora, dentro de mí;
siempre te sueño, quizás porque mi alma
necesita creer que estás cerca para vivir.
Suelo imaginar que sueñas también conmigo,
que en algún momento del día me recuerdas
y te detienes y sonríes.
Suelo imaginar que pasan por tu cabeza
ilusiones de un futuro de los dos,
destinos complementados y que te sonrojas
y que te inventas alguna otra cosa
cuando alguien te pregunta sobre
el porqué de tu sonrojar.

Suelo pensar que me esperas,
que visitas mi virtualidad cada vez
que sientes que algo te falta,
que desde que me fui casi sin despedirme
te preocupas por mí y estás pendiente,
que sabes que un día volveré,
pero que andas ansiosa por volverme a ver,
por volver a escuchar de mis labios
un «te quiero», un «siempre te he querido»
y que no puedo olvidarte, que sigo creyente,
creyente de este amor, de las casualidades,
de los giros del destino que hicieron
que te conociera y supiera que eras tú
quien había buscado desde niño,
de quien me enamoraba en cada mujer
que tenía algo de ti, fastuoso sueño,
sueño que jamás volveré a creer imposible,
aun así muera antes de que me digas
que tú también sueñas conmigo.

Aún no volveré, pero quiero creer
que cuando vuelva me buscarás
y me dirás algo por lo cual yo sepa
que me has extrañado, que me quieres,
que no soy un número más que deambula por ahí,
que soy alguien que marca tu vida
y que es muy probable un destino de los dos,
un destino lleno de amor y futuro.
También quiero creer en que me mirarás
con esa mirada, que ya he aprendido
a identificar, y nos besaremos
y en ese momento comenzaremos
a compartir nuestras vidas, a hacernos uno,
a no volvernos a perder,
a que este sentimiento trascienda mundos,
cometas, galaxias enteras e imposibles.

Aún sigo aquí pensándote, queriéndote,
guardándote como mi más hermoso secreto,
como el motor de mi fortaleza y permanencia,
como el abrigo de mis días, como la alegría
con la que prosigo y la razón de mis desvelos,
el motivo de mostrar todo lo que he sentido
abiertamente, el de ser transparente
y el de que el mundo sepa que estoy enamorado de ti,
pero también de vivir día tras día
creyendo que nadie sabe todo esto
y solo dedicarme a pensar en ti
sin más ni menos que en volverte a ver.

Te extraño.
Quién sabe qué andarás haciendo ahora,
si estarás despierta aún y me recordarás,
si contemplarás alguna imagen mía
y te atormentará la idea de no volverme a ver,
de haberme perdido para siempre,
pero, desde ya, debes saber que jamás te olvidaré,
que eres tú por quien suspiro
cada vez que recuerdo tu aura,
la esencia de tu ser, la magia de tu existir,
la bendición de haberte conocido,
el regalo divino de haberte visto sonreír
y el privilegio de haberte tenido entre mis brazos,
con cierto temor debo decir,
temor de abrazar al ángel que se cruzó
en mi destino y me llevó a conocer la luz.

02/09/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario