jueves, 19 de mayo de 2011

4.018.- Mi tributo a Eros.

El amor secreto
existe desde que tengo uso de razón.

Ya no recuerdo muy bien,
pero la amé desde que me llevó en sus brazos,
y jamás se lo dije, era muy mayor para mí.

Luego, fue mi mejor amiga
por quien sentía cosas al tocar sus manos;
y tampoco lo supo, al menos en ese entonces no.

De una amiga en común,
me enamoraba su manera de ser,
la fuerte personalidad que irradiaba;
y tampoco lo supo entonces.

Hubieron otras niñas lindas
y cada una tenía una parte de mi corazón.
Sobra decir que ninguna lo supo,
al menos no hasta hoy.

Hubo una niña menor que yo
a quien le gustaba jugar conmigo
y me buscaba cada tarde,
pero nunca estuve seguro. La olvidé.

Hubo otra que lo escribió en la pizarra,
y yo muy cobarde para esas cosas,
en general, cobarde entonces,
la agredí porque tenía miedo.

Y, entre todo eso, un ángel me hacía suspirar;
y, para no temer y en parte «celar» al ángel,
intenté conquistar a otra niña
que siempre me llamó la atención...

A puertas de un sí, ganó mi moral
y le dije que solo la usaría para dar celos.
La perdí (mi temor también fue cómplice de mi moral).

Y el último día de clases,
tan cerca de no volver a ver al ángel nunca más,
le envié una tarjetita con mis amigos,
y ella quiso que yo personalmente se la diera;
y me volvió a ganar el temor
y en esa ocasión fui yo el que no supo.

Luego, me fui a otro lugar
prometiéndome cambiar,
y el primer día de clases
me volví a enamorar.

Me rechazaron dos veces:
una por pequeño, otra por tener mal aliento.
Y en una tercera escuché un «tú sí me importas...»
y fui feliz, pero la dejé pasar
no sé por qué aún,
creo que el temor tuvo mucho que ver
y también tuvo que ver cuando, frente a una amiga,
rompí la carta de amor que me había escrito y la insulté
(es una de las peores cosas que he hecho en mi vida).

Y, entre todo eso, encontré otro ángel,
a quien le dediqué mi primer poema;
no estudiábamos juntos, pero nos hicimos amigos.
La buscaba a su casa
y fuimos una vez a ver una película.

La busqué en verano y no la hallé,
se había ido a otro lugar.
No volví a saber de ella
sino hasta muchos años después.

Como en todas partes,
también habían aquí chicas lindas
y cada una de ellas
era dueña de un fragmento de mi corazón.

Hice un viaje y mi primer beso
vino desde entre muchos labios,
también volví a ver al primer ángel
y solo por una noche en un baile.

Bailamos varias piezas juntos y conversamos,
pero nunca toqué el tema de la tarjetita.
Jamás he estado tan nervioso como entonces:
sus padres nos miraban de a ratos
y creo que los míos también.

Soñé con besarla, pero el temor y la razón
me lo impidieron. Se fue temprano
y nunca más la volví a ver.

Entre todo esto, volví a ver a otra amiga;
pasábamos las tardes juntos,
conversábamos bastante, fuimos juntos a la piscina,
compartimos suficiente tiempo a solas
como para creer que estábamos juntos;
y, en el cumpleaños de una prima mía, le robé un beso.
Ella se fue, no sé si por vergüenza
o porque tal vez no quería nada conmigo.
Tampoco la volví a ver jamás.

Y en esa misma fiesta alguien, que no conocí entonces
ni conozco aún, me dijo que nos conocíamos
y me pidió un beso... y no se lo negué.

Me volví a ir a otro lugar,
esta vez interesado en otras cosas,
pero conocí a una chica mimosa
que hizo que me enamorara de ella.

En el lapso en el que estábamos en secciones diferentes,
conocí a muchas lindas chicas,
otra vez dueñas de pedacitos de mi corazón,
pero hubo una que me gustó demasiado...

un día en la clausura le dije que me gustaba,
ella me dijo que yo también le gustaba,
luego, que un gusto era sólo un gusto;
y me quedé callado; creí haber sido rechazado.

Y luego la vi cada vez menos,
hasta que un día la vi por vez última
y nunca me despedí realmente.
La he buscado por mucho tiempo,
pero ya debe haber hecho su vida. Es mejor olvidar.

Al siguiente año estudié con la chica mimosa.
Me enamoré platónicamente.
Le escribí casi un ciento de poemas,
siempre hablando de sus ojos, de sus labios,
de cómo mis emociones estaban ligadas
a cada cosa que ella hiciera...

Me rechazó dos veces.
Me tomó otro año olvidarla.

Terminé la escuela y, en otro lugar,
comprendí que las mujeres bellas no eran escasas.
Me enamoré de una Miss Huánuco
y esta vez quise no perder el tiempo
y me rechazó, aduciendo que no parecía confiable.

También tres chicas me miraron
con esa mirada que aprendía a reconocer,
pero aún no sabía qué significaba y las dejé ir.

Y en otra etapa de mi vida
sentía que algo me faltaba;
anduve los caminos que antes no había recorrido
y le escribía poemas a ángeles
sentadas en el parque y que nunca conocí.

No recuerdo bien esta época,
pero sé que conocí a una chica
que me gustaba y jugaba de celestina
de mi amigo y su amiga;
también que le robé dos besos a una chica tierna
y que, no sé por qué, empezó a evitar verme un día.

Me enamoré de una prima lejana
por como era cuando hablábamos,
pero jamás sucedió nada, afortunadamente.

Y conocí a muchas chicas nuevas, entonces,
de las cuales aún recuerdo solo a pocas,
entre ellas a alguien que estudió en mi colegio
y que conocía, entonces, de vista solamente.

Me interesó bastante, pero estaba enamorada de mi amigo.
Continué pensando en ella porque a veces parecía
que sentía algo por mí,
pero siempre estuve en eso: de alcahuete o enamorado;
era una relación un poco difícil de definir, y luego...

¡Se hizo la luz!.. tenía un polo blanco
con una imagen dentro, creo que de La Tierra,
usaba jeans azules y una mirada más que dulce.
Me sonrió y ya no existió el futuro
ni el pasado ni el presente, solo aquel angelito
con el que me topé sin querer.

Nos hicimos amigos, por momentos veía en su mirada
aquello que aún no sabía reconocer
y me emocionaba sentirla tan cerca, escuchar su voz solamente...
¡de verdad que yo era capaz de todo por ella!

Y, un buen día, enterado ya de que andaba con otro chico,
decidí decirle todo lo que sentía por ella.
Me rechazó y en ese momento supe que jamás
volvería a enamorarme, y casi fue cierto.

Para entonces, un amigo me contó
que ella le había confesado
que llegó a sentir algo por mí,
pero que ya lo había olvidado.

Luego del rechazo,
yo mantuve mis esperanzas con ella por mucho tiempo;
cada día sabía más que era ella quien yo buscaba.

Tratando de no hacerme daño me alejaba,
pero siempre volvía y así fue por muchos años
hasta que la encontré cambiada y muy feliz con alguien más;
y me alejé por última vez,
esta vez para olvidarla definitivamente.
Y volví luego: esta vez creo que ya la amaba un poco menos.

Después de ella mi vida cambió un poco:
los retazos de mi corazón, que siempre las chicas lindas
los tenían para ellas, fueron muy escasos.

Y, entre olvidar y vivir y con cierta tristeza en el alma,
conocí a una hermosa chica que no era para mí
y por no decir un día «y si...» me declaré y me rechazó,
pero me hizo sentir tan culpable,
como si hubiese traicionado nuestra amistad
y fue otro golpe para mi corazón ya destruido.

Pasó el tiempo y conocí a otro ángel y me enamoré.
Me devolvió un tanto la vida, me enseñó sus grandes ojos,
pero jamás la comprendí del todo.

Discutimos (ya no entendía a las mujeres)
y nos alejamos, aunque siempre la recordé
y tenía deseos de volverla a ver y pedirle perdón
ya no sé ni por qué, pero sentía esa gran necesidad.

Volvieron a ser dueñas de una parte de mi corazón
aquellas mujeres que solía encontrar.
Aparecieron caricias por allá, besos por acá,
definí esta etapa como de liberto corazón o corazón bohemio
e hice ciertas cosas que no quiero recordar.

Volví a encontrar al segundo ángel de toda mi historia
y volvimos a ser amigos.
Se había puesto mucho más bella.

Dos noches distintas nos perdimos con sus amigos
y no nos volvimos a ver, ya no sé por qué;
pero hoy me avergüenza llamarla luego de tanto tiempo.

Volví a encontrar a una amiga que conocí años antes:
me enamoré, nos parecíamos tanto,
me rechazó y luego me eliminó de su vida
porque con quien estuvo luego tenía celos de mí,
y hoy aún sospecho que ella alguna vez sintió algo por mí.

Luego, me gustó una chica un tanto extraña;
aún hoy no soy capaz de comprenderla.
Pero, más que gustarme, la aprecio y me preocupa,
aunque evito verla porque no la entiendo.
Lo mejor de todo fue que me rechazó y no lo recuerdo.

Después mi corazón tuvo muchas mareas,
perdí el conocimiento de mis sentimientos
y me enamoraba y desenamoraba fácilmente.
Quizás haya conocido a quien he buscado por toda la vida
y ya no sepa quién pudo ser.

Meses después, fui partícipe de una infidelidad,
junto a quien fue mi amiga y compañera en el colegio.
No me arrepiento y aún suelo pensar en ello.

Y, por último, vi el rostro
de una chica que conocí hace tiempo.
Y creí haberla encontrado esta vez, ya por fin,
pero creo que mi camino es más largo aún.

Todo iba muy bien, ella ya sabía de mis sentimientos,
había concluido que era el segundo angelito en mi vida,
me comenzaba a enamorar platónicamente,
y un sábado que la vería le confesaría todo
y un martes previo me enteré de que ya andaba con otro.

La busqué, hablamos y no supe qué pensar.
Casi se me cayó el mundo abajo,
pero ella estaba tan normal como siempre
y no le dije nada, esperé a que se diera cuenta
de lo que pasaba para volver a creer en ella,
pero nada sucedió y me alejé.

Esta ha sido mi Oda a Eros,
ha durado toda mi vida
y hoy se la expongo como tributo
para ayudarme a encontrar una respuesta
en este camino tan confuso:
de si debo seguir amando para que las cosas sucedan
o de si debo seguir haciendo para que el amor aparezca.

Esperaré paciente una señal
y tomaré la que venga primero;
sea cual fuese, sé que merezco una respuesta
por ser tan sincero y haberla buscado tanto...

19/05/11
20/05/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario