La vida sabe dar muchas gratas sorpresas.
Es tanta la bendición y tanto el amor
que cualquier intento de daño es inocuo,
que cualquier dolor de cuatro meses es pasado.
Los malos entendidos siempre están presentes.
Lo hablado y escrito siempre es necesario.
Y quizás no soy la buena persona que creía era.
Tal vez ni siquiera merezco estos momentos.
Pero el sentimiento prima,
y hay cosas que nunca se olvidan,
como los momentos compartidos
y todo lo vivido que reposa en el corazón.
Quizás me he sentido víctima todo este tiempo,
sin querer entender que era responsable
de todo lo vivido y de todo lo perjudicado,
de todos los amores ahora extintos.
No sé qué pretendo con todo esto:
o ser perdonado o dejar testigos
que hablen de mis vejaciones
desde mis imprecisiones y confusiones.
Pero de algo estoy seguro:
la vida aún tiene muchos nuevos amaneceres,
muchos perdones, muchos olvidos,
mucho por vivir y mucho por construir.
Mis juegos de dolor no dejarán huella.
Los días de amor serán lo más preciado que tenga.
Y un día todos, y cada uno de los involucrados,
recordarán las cosas más blandamente, más comprensiblemente.
Es hoy el día hito entre el fin y el inicio,
entre lo soñado y lo por vivir,
entre mis días grises, oscuros, taciturnos
y mis días de luz, gracia y destino.
24/08/14
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