sábado, 1 de febrero de 2014

5.096.- Del destino y otras verdades.

Recógeme de estos caminos tan sinuosos, destino.
Abrígame con tu abrazo que lo protege todo
y guíame con tu haz mítico, redentor, todopoderoso,
que necesito vivir lo que se ha escrito para mí.

Sé, por supuesto que lo sé, que no es éste mi andar.
Hoy caigo en cuenta de que no es sincero mi actuar.
Hay una vital diferencia entre vivir a la manera propia
o vivir como dentro de uno mismo se sabe que hay que vivir.

Es la razón de mi desconsuelo el sentir que me estoy perdiendo
vicio a vicio, exageración a exageración, dejadez a dejadez,
engaño a engaño, tergiversación a tergiversación de sueños,
propósitos, creencias, carácter, aspiraciones y búsqueda de herramientas.

Paliativos para una vida que se solía asumir que no tenía sentido
atiborran el alma endeble de quien no se quiere escuchar.
Desencajados momentos. Circunstancias vanas, vacías, mundanas.
No tiene sentido culpar a la sociedad ni a los dioses.

He aquí que nace la necesidad introversa de renacer,
explicando, así, que se ha valido el soñar y el sentir
cada cosa milagrosa, añorada desde hace tanto tiempo.
Y es que lo mejor de vivir es que es posible hacer los sueños realidad.

01/02/14

No hay comentarios:

Publicar un comentario