domingo, 24 de noviembre de 2013

5.074.- Vislumbrar el firmamento.

Decepcionarse es amargo al inicio, dulce al final.
Existen eventos críticos que vienen sin saberse.
Inmaculado conocimiento. Vetusto encuentro.
Añejado sinsabor que se te queda en el alma.

Yo no quería saberlo todo, pero necesitaba saber.
Yo no quería dejarlo todo, pero necesitaba dejarlo.
Yo no quería arruinarlo todo, pero necesitaba arruinarlo.
Yo no quería soñarlo todo, pero necesitaba soñar.

Descubrí que, muchas veces, amamos a pesar de todo,
aparentamos amar mientras nos hacemos daño,
conjugamos el perdón entre cada nueva herida
y continuamos llenando el saco que carga nuestra conciencia.

«Amar es sufrir», lo he escuchado antes y siempre ha sonado
tan resignado, tan carente, tan falto del amor propio, tan averno.
No ver más allá del dolor no te permitirá conocer la alegría.
Acallar lo que el corazón nos dice, o malinterpretarlo, siempre es un error.

Yo no quería escucharlo todo, pero necesitaba escuchar.
Yo era libre, no cargaba ninguna cruz y no sabía
que existían jesucristos que elegían cargar sus propias cruces.
Yo no quería ser testigo, pero necesitaba serlo.

Yo no quería estar presente, pero necesitaba estarlo.
Era el cielo o la tierra. Era el estruendo o el rumor.
Eran esos ojos que aparecieron cuando me hice la pregunta
o aquellos que desaparecieron en el punto de inflexión de esta curva de fuego.

24/11/13

No hay comentarios:

Publicar un comentario