jueves, 30 de agosto de 2012

4.085.- De lejos y eterno, de tiempo y perenne.

Y ¿quién sería, yo, dentro de tu cúspide incolora?
La magnificencia que van logrando tus días
ya no me tienen en rededor ni en pensamientos.
Lo sumo es una sonrisa cuando la casualidad aparece.

Quizás sea esta la ofrenda número doscientos o posterior.
Quizás sea ya que te haya hecho acostumbrarte
a estar sin mí, a que no me necesites ni para sonreír.
Quizás lo forzado, como víctima yo, me hizo culpable.

Y, aún ahora, no existe un «adiós» de mi parte
y yo sé que no lo habrá jamás, así como un «hola» sincero,
así como un «siempre estuvo presente en mí»,
así como una frase pura y directa desde el corazón.

Y es que, aunque me supongo universos distintos,
vivo rodeado de otros mundos y a veces creo que no te pienso,
pero es inextinguible cuando es sincero y verdadero
y no depende de otros factores, mas que del propio sentimiento.

No sabía si me merecías o te merecía; es por ello,
y por mucho de aquello, que se originó la distancia
y la distancia se hizo enorme y la enormidad, infinita
y ya casi no hay nexo y ya, al final, es solo el sentimiento.

30/08/12

No hay comentarios:

Publicar un comentario