Hoy es un día definitivo.
No volveré a escribir poesía
porque los bendecidos no la aprecian.
Escribir poesía es una vanidad sin fin y sin anhelos.
Ser un poeta es desperdiciar toda la vida
tratando de describir
lo que se puede vivir mejor dejando de hacerlo.
Mi única esperanza
era contagiar, a los demás, mis sentimientos,
compartir mis ideas y pensamientos,
pero ya encontraré otra forma de hacerlo.
No volveré a escribir un solo poema,
ni siquiera para defenderme,
porque la poesía que antaño fue la mayor expresión humana
hoy solo trae gente no apreciada
y que desperdicia sus días (poetas de hoy).
No haré un solo verso y lo escribiré, nunca más.
¡Nunca más hablaré de su sonrisa repartida en cada mujer humana!
Nunca volveré a intentar describir la impureza de un alma vacía
que se atrevió a soñar.
Aunque este juramento
lo podría romper una sola persona y esa no soy yo.
No digo la manera porque podría intentarlo sin ser.
Pero podría hacer que vuelva a gastar mi vida
con sentimientos de poeta.
Como no creo que esa persona lo haga,
y en realidad es realmente imposible,
por eso declaro a este poema como el definitivo.
Y dejaré de hacer poesía,
después de todo la mía tenía mucho de mediocre.
Y calmaré este ánimo de pasarme tardes enteras soñando,
imaginando los más bellos sentimientos,
las más bellas palabras, sus más bellas sonrisas
(las de todas ellas que fueron, son y quizás serán).
No viviré de sueños melódicos, sentimientos extraños,
ajenos a la humanidad.
Aunque no aseguro convertirme en un humano totalmente.
Y tampoco quiero decir que dejaré de soñar,
solo que estos sueños
no serán impresos a través de un solitario poema.
Y viviré una vida plena, viviré de felicidad
y no de recuerdos de ésta o de la felicidad que pudo ser.
Soñaré, amaré, viviré, tendré los más bellos sentimientos,
estaré tan cerca a Dios,
pero no plasmaré ninguna de esas cosas en un solitario poema;
un triste, mudo, muchas veces sordo, ajeno y solitario poema...
13/12/09
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