Dios creó al hombre y a la mujer.
Las complicaciones de la sociedad
crearon los corolarios
de este simple orden.
El varón comenzó a fijarse en el varón;
la mujer comenzó a fijarse en la mujer.
Y todo empezó a ser más libre.
Y no importaron las envolturas para nada.
El amor, en vez de volverse impuro,
se volvió universal,
pero los conservadores lo vituperaron
y lo llevaron al círculo más hondo del infierno.
El amor, en vez de volverse unión,
dividió los corazones de muchos
e hizo que el odio naciera,
como si la función máxima del amor fuese el odio.
Y el amor lució como equivocado
y el odio lució como correcto
y la sociedad se sumió en decadencia
y lo que sería gloria se volvió en daño.
Se relacionó esta confusión con fetichismos;
y los que aman bien fueron malinterpretados;
y este tipo de amor solo se tomó como sexo
y vivió en los suburbios y vivió enajenado.
Si mirásemos de nuevo todo esto
y le diéramos el significado que merece,
entonces, habría menos incomprensión
y menos rencores roerían el mundo.
Este mundo que ya no sabe a dónde va,
sino hacia algún lugar más oscuro,
menos alegre y lleno de sueños
arruinados por algunos que no quieren soñar.
30/01/03
13/09/11
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