Con el tiempo aprendí
a creerle a los ojos.
No a las expresiones,
sino a lo mucho
que ellos
han estado diciendo
toda su vida.
Y descubrí
que el alma
se ventea en las pupilas,
se queda a la espera
de que alguien sepa verla.
Y supe
que los más hermosos
son los de la sinceridad.
Y que, tal vez, ya había perdido
a los más bellos
hace algún tiempo.
Sus párpados
eran aleteos de mariposa
y tenía los ojos
más transparentes del mundo
y sé desde ya algún tiempo
que hay mucho que leer en ella.
11/01/21
22/07/21
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