Aquí, sentado desde mi costado lúcido,
Nuevamente recuerdo tu mirada encandilada:
Gracia que enciende mi corazón desde su costado,
Emoción inmaculada, jolgorio celestial,
Lúdica e incesante palidecencia que, añeja,
Acaricia cada sentimiento interno y extenso.
Días desde el ayer, en el que existe el hoy,
Esclarecen lo más nítido del alma, lo pluscuamperfecto,
Lirismo oscilante, lacónico y cercano encuentro.
Puede ser que desde el entonces que nadie recuerda,
Inmiscuido en cada grieta del corazón palpitante,
Lozanía sempiterna hallada en las decisiones
Azuzara intensamente al ocaso y al alba a vivir pasmosamente,
Recordando tu aura que embellece el caso éste, de existir.
Lentamente, y en secreto, existirá el suspiro,
Acariciando los cielos y dejando el credo de lado,
Tomando cada parte del milagro humano,
Oculto en cada historia y misterioso devenir.
Resultará de todo ello un inhóspito mito;
Remembranzas de lo divino, mágico y casi ficticio,
Escondrijo del amor real, de lo breve, sentido y eterno.
Casualmente, el frenesí de tus labios
Atenta contra la calma de mis pensamientos
Mordiendo cada arteria, sacudiendo cada idea,
Pellizcando cada célula de este incansable corazón;
Oscuramente e internamente los días denotan
Sensaciones fluctuantes adeptas al magnetismo de ellos.
05/04/16
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