Me encanta escucharte aunque sea un minuto,
adoro tus tequieros y tu voz, mi dicha.
Gracias por iluminar mis días y mi sendero.
Eres aurora, ocaso, dulzura en el infinito.
Te recuerdo a lo largo de mi día, de rato en rato
cuando me siento feliz e imagino contarte mis cosas,
cuando converso conmigo mismo
y te sumo a mi conversación imaginando.
No sabes cuánto adoro que tú seas
la última persona con la que converso antes de dormir,
la primera persona en la que pienso al despertar
y a quien más me inspira el tenerla en mi sueño.
Te quiero y ya quiero volver a encontrarte
entre mis ojos y mi corazón, mágica y soñada,
dulce y efusiva, sonriente e iluminada,
celestial y despistada como solo tú sabes serlo.
11/07/15
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