viernes, 20 de marzo de 2015

6.039.- La maldición del erizo.

Claro que me merezco todo esto;
es el castigo por haber andado por la vida
sin creer que podría sufrir daño jamás:
le hice daño a la mujer de la que me había enamorado.

Yo no creí que pudiese estar destinado a la felicidad.
Ha sido el mayor castigo el que haya encontrado la felicidad
y por mis propias ideas, por el daño que hice en el pasado,
la haya perdido y no pueda perdonarme el haberla hecho sufrir.

Y es que es tanto lo que debo pagar que quizás
deba alejarla para siempre para que no sufra más por mí
y pueda hallar la felicidad en otro camino muy distinto al mío,
aunque con ello sienta que lo pierdo todo.

No debo pensar en hablarle; debería de pensar más en ella
y en no hacerle más daño aunque la necesite y la extrañe cada día más.
Mi manera de demostrarle mi amor será estando ausente,
cuidándola de mí mismo, del dolor que genero y de mi condena.

20/03/15

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