domingo, 11 de agosto de 2013

5.062.- Del verte y no conocerte.

Y tan poco sabía de la dicha de verte.
Era tan poca la osadía de soñar con tenerte.
Y tan poco creía en la luz inerte.
Se fue tan lejos esta vida, al conocerte.

Es rara la interpretación de este sueño.
Es tan parca la manifestación de un leño
acurrucado en un fogón sin dueño.
Inmaculada concepción del fuego.

Es tan pura esta visión de un cambio.
Es tan consumista la impresión de la llama
que no tiene otra opción que unos labios
que van buscando absolución de su alma.

Yo no quiero pensar otra cosa extraña.
Tan solo quiero hablar de lo que pasa.
Decir que, por amar, mi corazón se daña
y que, por respirar, el amor debe ser casa.

No sé si es vivir los momentos que he vivido.
No sé si es morir los momentos que he dormido.
Solo sé decir que los momentos que he sentido
son los que al fin, en el recuerdo, quedan confluidos.

Ya no quiero perderte si estás dentro mío.
Ya no quiero soñarte si ya te he perdido.
Ya no quiero quererte si el sueño es solo mío.
Ya no quiero pensarte si nunca he de tenerte.

Es tan poco lo que se vive y tanto lo que se sueña.
Es tan corto el placer y tan larga la culpa.
Es por eso que mi ser ya nada enseña
y tan solo revive si encuentra una sincera disculpa.

Y tan poco sabía de la dicha de tenerte.
Era tan poca la osadía de soñar con no quererte.
Y tan poco creía en mi luz inerte.
Te fuiste tan lejos, mi vida, al perderte.

11/08/13

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