Se pierden muchos años soñando con el ayer.
Se pasan muchas noches en rededor del descanso,
pensando en lo que se pudo hacer o no hacer.
Se pervive con la agonía pintada de esperanza y nada más.
Se suele ignorar la importancia de llamarse «ser vivo».
Se suelen ocultar las ganas dormidas de remendar el futuro.
Se suele indicar la dificultad y adorarla en un atrio.
Se suele soñar en silencio sin incomodar ni a uno mismo.
Y así pasan los años y una vida transcurre
y se discurre entre obligaciones y compromisos,
entre jolgorios y afrentas que no son de uno,
que no hablan de re-encauzar lo amado, lo omiso.
Y el tiempo se encarga de solidificar la carencia,
permuta nuestras esperanzas y las desvanece.
Y un día sabemos, de veras, que ya no hay vuelta atrás
y perdemos todo futuro; y todo pasado nunca fue.
22/01/2020
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