lunes, 3 de abril de 2017

7.018.- Se dormía en mi pecho mientras pedía un nombre.

Y los momentos se dieron desde cuando entraba el calor
de las luces infrarrojas del sol de su alma;
su reflejo empañaba el global de mis sentidos
de todos aquellos aletargados azules de melancolía.

Ella exhalaba entre alaridos y suspiros, en sus gemidos,
y agotaba todas sus palabras de negación natural a la entrega,
mientras con sus ojos me hablaba de deseo y hacía alegorías al éxtasis.
Ella cautivaba cada uno de mis sentidos, llevándome al placer.

Escarbando entre sus zanjas y especulando hormonas,
cada palmo de piel era mi ídolo y mi lecho.
Yo soñaba, y no siempre dormía, encima de su pecho
y cada blandura dulce y palpable la tocaba como a algo divino.

Y ella yacía sobre mí, descansando, tan a la espera,
a la espera de una frase que no volveré a decir;
sin embargo, un solo nombre, un solo llamamiento,
lo era todo para ella, mas no el mismísimo hecho éste, el de vivir.

03/04/17
27/08/17

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